sábado, 26 de abril de 2014

Rosaura a las diez, de Marco Denevi



Entre las 73698 palabras, distribuidas en 5599 líneas que componen ROSAURA A LAS DIEZ, 2461 podemos atribuirlas a la conjunción "y". 
Dentro de estas cifras, aparecen dos párrafos bastante llamativos acorde a lo comentado. En un total de 214 palabras, el párrafo que inicia: "Llegaron a un barrio de chalets...", y que culmina en el siguiente ("Y las baldosas"), la conjunción "y" aparece 13 veces, distribuida entre 15 líneas.
El efecto de agregado es, más bien, un efecto de colapso. Léase la declaración de la Señora Milagros: "Aquel día, me lo imagino, no vería cosa alguna. Lo que nos describió lo iría viendo, a medida que fue repitiéndose la escena". Si conocemos el final de la historia, estas dos pequeñas frases parecieran revelar el curso secreto de Rosaura. Como si Milagros supiese desde un principio aquello que Camilo oculta hasta su propia declaración. "...me lo imagino...", dice Milagros, robándole la facultad a Camilo; luego: "no vería cosa alguna...", como es cierto, hasta el estallido y delirio, en verdad. "Lo que nos describió lo iría viendo, a medida que fue repitiéndose la escena", cierra. Y claro. Tan obvio.
Ahora bien, qué hay con la conjunción "y". Pues justamente, el efecto de colapso. La intervención por fuera de las descripciones de acción de Camilo por parte de la Señora Milagros producen el choque. Entre todo lo que se va superponiendo -lo que provoca el sustento imaginario-, aparece la explicación de manera inocente: Denevi avisa, no traiciona: la Señora Milagros interpreta correctamente en su propia descripción de escena lo que luego hará Camilo Canegato. Milagros es la que va superponiendo los planos, las acciones, el campo imaginario de Camilo: hace el gran efecto de la piel textual sobre la ausencia narrativa (provisoria) del Señor Canegato. Lo que no se da cuenta Milagros es que su extrema inocencia, ignorancia (peyorativamente), brutalidad (también peyorativamente) [peyorativamente como rasgos del personaje], son los que producen este doble engaño de Denevi.
Es decir, la Señora Milagros es la primera en resolver el misterio y decirlo sencillamente, pero no se da cuenta, no lo advierte. Ella, en el afán de agregar datos descriptivos, pasa por alto el análisis psicológico que acaba de revelar acerca de Camilo.
Por supuesto, esta incapacidad/inocencia para dar cuenta del propio razonamiento es lo contrario en la secuencia declarativa de David Réguel: todo lo que él sabe (toda la interpretación, elucidación, hipótesis y resultado) resulta maravillso. Esa misma palabra: maravillosos, fuera de lo ordinario: de la clave simple que entiende Milagros sin meditar.

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