lunes, 27 de enero de 2014

Traveseando, de Ricardo Zelarayán




Ricardo Zelarayán consideraba "Traveseando" como parte insoslayable de su poesía. 1984, 12 años después de "La obsesión del espacio" aparece este libro aparentemente infantil, que desde el título ya declara la máxima inquietud: el travesear. Travesear, travesía, travesura, y, también, "ir a través". El subtítulo del libro avisa: "apto para todo público", soberano subtítulo post-dictadura. 
¿Los sujetos del libro?: paraguas, vasos, sueños, la lluvia, un mosquito inocente, tenedores. Lo cierto es que la lluvia atraviesa todo el libro: inquieta a mosquitos, paraguas, llena vasos, tapa cosas, es protagonista, advierte sueños. La lluvia es omnipresente en este libro de Zelarayán y no es tormenta. Cada objeto protagonista hace algo con respecto o a partir de ella. Y esto no es mera anécdota o recurso nostálgico. Todos los objetos tienen el deseo de algo más. Algo latente. Recordemos el final de "La obsesión del espacio": "no quiero salvar a nadie, sólo quiero". Y aquí los objetos son todos los que desean, son los que vienen a ocupar el espacio, a hacerse lugar en el espacio. Hay unas ganas de las cosas por no ser solamente esas cosas, pero seguir llamándose a sí mismas de esa manera, que las reconozcan como tales, pero no por su utilidad sino por sus deseos: un paraguas sin mango; un mosquito que no es mosquita, y que por lo tanto no pica; un vaso que quiere ir hasta el borde, pero que está la ruptura en el precipicio. 
En fin, la travesía de estos pequeños objetos son parte insoslayable de la poesía de Zelarayán, porque es la acción de resistencia sobre los espacios políticamente utilizados para la desaparición; son los objetos haciéndose a la luz, la clandestinidad en evidencia; como lo llamó Mario Pellegrini al conjunto de los poemas reunidos: "ahora o nunca": una definición temporal, para todo lo que necesitaba un lugar.

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