lunes, 20 de enero de 2014

Roña criolla, de Ricardo Zelarayán



En una nota a su libro "Roña criolla" (1991), Ricardo Zelarayán explica: "los poemas se escribieron inesperadamente en 1984 para terminar con las vacilaciones que me impedían comenzar una larga novela aún inconclusa". El año 1984 está marcado para RZ por la publicación de otro libro suyo, el "apto para todo público", "Traveseando". Si bien estilísticamente "Roña..." y "Traveseando" son sumamente distintos, hay algo que los une más allá de la fecha. Ambos libros trabajan la situación de lo microscópico, de la acción pequeña, de lo fantástico del deseo. Travesear: estar inquieto; "Roña criolla": es roña que se mueve; ca-roña en la catarsis, catarsis en la carroña: piojos, pulgas, hormigas, moscas, que deambulan por el cuero, la carne y las pieles. Objetos en descomposición, otros inertes: el recurrir permanentemente a las piedras calladas junto al viento, a una erosión que imanta. Ricardo Zelarayán pone en evidencia su tener encima aquello que no le permite escribir la novela. Está tan inquieto, traveseando, en su travesía, travesuras, que necesita revivir al cuerpo. Pero no por el lado que todavía tiene vida, sino por el lado descompuesto. Descomponer la materia para hacer nueva forma. Como entiende Leónidas Lamborghini en su "carroña última forma" el texto baudelaireano: en el lugar en donde se pudre un cuerpo, encuentra alguno su alimento. Zelarayán necesita alimentarse de sí mismo porque "ceniza es cuero", nuevo cuerpo-fénix, hedores y ardores que por no quemar, deshacen en silencio a pura sangre (por eso el texto se mantuvo oculto hasta 1991, en que tuvo luz como materia independiente a la posibilidad de la novela).

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